[su_heading style=»default» size=»13″ align=»center» margin=»20″ class=»»]Durante 20 años, la artista chilena ha utilizado  archivos desclasificados de los servicios de inteligencia de Estados Unidos para develar, por medio de piezas de arte, la hegemonía ejercida por el Estado norteamericano sobre los países latinos en tiempos de Guerra Fría.[/su_heading]

El primer momento que los archivos llamaron la atención de la académica de la Escuela de Arte UC, Voluspa Jarpa, fue cuando a mediados de los noventa y en virtud del Acta de Libertad de Información de la Unesco, Estados Unidos comenzó a desclasificar documentos secretos sobre la relación de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) y la dictadura del Comandante en Jefe del Ejército, Augusto Pinochet, quien gobernó Chile entre 1973 y 1990.

En estos documentos, se develó cómo desde la elección del presidente Salvador Allende, en los comicios de 1970, Estados Unidos ya había decidido derrocar al primer gobierno marxista elegido por vías democráticas en el mundo. Además, se evidenció una estrecha relación entre la élite militar y política del país, con directores de la CIA, encomendados por el propio presidente Richard Nixon quién, además, financió la operación.

Las casi 250.000 páginas, gran parte tachada con marcadores negros y en inglés, llamaron la atención de Voluspa Jarpa no como artista, sino como ciudadana: “Me produjo expectativa sobre cómo iba a cambiar o por lo menos iba a poner en tensión la forma en que se ha escrito la historia en Chile y particularmente, la historia del Golpe”.

Aunque en 1998 comenzó a desarrollar sus primeros ejercicios, Voluspa demoró al menos 10 años en abandonar la zona de comodidad, que era la pintura, y poder articular “estrategias artísticas más eficientes”, como las presentadas en 2016 en la exposición En nuestra pequeña región de por acá, curada por Agustín Pérez Rubio en el Museo de Arte Latinoamericano de Bueno Aires (MALBA).

Esta muestra incluyó fotografías, dispositivos sonoros, pinturas y una galería de retratos de personajes públicos de América Latina, “que ocuparon cargos administrativos en el Estado o en organizaciones civiles, y que fueron víctimas de asesinatos políticos o de crímenes no resueltos”, indicó el texto curatorial de MALBA sobre la información recopilada por Voluspa Jarpa.

Allí, la propuesta artística relacionó los documentos desclasificados de los servicios de inteligencia de EE.UU de 1948-1994 sobre diferentes países latinoamericanos, con el mundo del arte, en particular, con el Minimalismo norteamericano.

(Archivoz) A nivel burocrático ¿tuviste dificultades para acceder a estos archivos?

(Voluspa Jarpa) El acceso a ellos cambió de acuerdo a la política estadounidense. Clinton los desclasificó en un sitio web, donde bajé todos los de Chile. Después, cuando vino Bush se disponen solo para ciudadanos de EE.UU, entonces, para conseguir los archivos del cono sur y luego de América Latina, tuve que pedirle a un amigo sus accesos para ir sumando los otros archivos. Lo hicimos entre varios, desde distintas IP, pensábamos que la CIA nos estaba viendo [risas].

(Archivoz) ¿Cuáles fueron tus estrategias para seleccionar entre estos archivos?

(VJ) Dependiendo de la obra son distintas estrategias, la primera y más evidente fue entender que la censura visible en estos documentos permite, paradójicamente, su desclasificación, ya que al estar borrado pasa a estar en el régimen de la imagen y no en el régimen del texto. Este material tiene esa ambigüedad de pasar del texto a la imagen y viceversa. También había una necesidad cronológica y de seleccionar los documentos donde la intromisión de Estados Unidos y su relación con la élite dispuesta a la intervención, era más evidente. Este es un criterio historiográfico-político, mientras que el primero es más bien visual-estético. Estético pero también político, porque cuando te enfrentas a un archivo que está completamente borrado, te enfrentas al poder en una imagen, el poder que administra la información. Yo diría que fueron estas dos tensiones, de ordenar la información y por otro lado dimensionar una imagen simbólica a partir de los archivos, los elementos de edición. También tiene que ver con dar una imagen que represente la monumentalidad de ese material. Que sean millones de archivos sobre América Latina hace que sea abrumador acercarse a él.

(Archivoz) ¿Te sentiste responsable de transmitir lo que estabas trabajando?

(VJ) Sí, fuertemente. De hecho yo creo que fue esa responsabilidad la que me sacó de Chile para ir a Latinoamérica. Cuando lo terminé sentí sacarme de encima un peso gigante, una cosa delirante de asumir.

(Archivoz) Tras todo el trabajo que has desarrollado ¿en qué etapa te encuentras?

(VJ) Estoy cerrando el trabajo con los archivos y ya son casi 20 años. Creo que es suficiente. Creo que ya hice todas las gracias que se me ocurrieron con los archivos. Aunque es un problema de energía también, porque estoy cansada de leer archivos, física y emocionalmente. Tuve un punto de quiebre al leer tanto archivo de inteligencia, con un lenguaje tan distópico. Provoca un pesimismo frente a la humanidad muy difícil de soportar, es una energía que te lleva a una cosa personal, porque uno lo procesa personalmente y lo que me produjo emocional e intelectualmente fue lo que dio origen a la forma de la obra. Es un método creativo un poco desgastante. El archivo tiene una dimensión emocional y psicológica que está llena de masacre, muerte y destrucción. Esto no quiere decir que en 10 años más no retome la obra, pero por ahora quedó cerrado con la exposición de MALBA y todo lo que conllevó.

(Archivoz) ¿Por qué crees que la pintura no funcionaba para presentar los archivos?

(VJ) Fue un problema de representación. Un archivo es un fragmento de una verdad y si tú transformas esa imagen en una representación, lo llevas al campo simbólico, pero no al campo de la verdad que significa un documento, que es la diferencia entre una película de ficción y un documental. El material mismo significaba una verdad histórica y la representación de la pintura no servía para eso. Un terreno simbólico rebajaba ese potencial de verdad que tenían estos documentos.

Eso me llevó a tener que abandonar la pintura y a encontrar estrategias en las que yo pudiera mantener esa relación que provenía del documento de archivo, que tienen que ver con la verdad de los hechos, no con las verdades construidas por la historia.

(Archivoz) ¿La percepción de las personas cambió cuando modificaste la materialidad de las obras?

(VJ) En el tiempo sí, pero eso fue un trabajo de recepción también. Era un material que las personas no querían ver, traumático, que revela una relación colonial de la historia de Chile con respecto a Estados Unidos y eso es algo que no necesariamente se quiere asumir. Hay una dependencia y falta de soberanía que tú puedes leer en esos archivos. La sociedad nunca estuvo preparada para recibirlos, y no solamente la sociedad chilena, a la sociedad latinoamericana le cuesta mucho verse reflejada en esta situación de colonialismo. Las obras buscaron siempre estrategias de diseminación y difusión del material, y de poder hacer que la experiencia de enfrentarse al material para los espectadores fuera no solamente un shock en donde salen corriendo sin querer mirar, sino, una muestra para que la gente se acerque. Transformar la apreciación de los archivos en una experiencia estética.

(Archivoz) Desde esta experiencia y pensando en los estudiantes que quieren trabajar con archivos ¿Crees que éstos le entregan un plus al trabajo artístico?

(VJ) Sí, entregan una dimensión del “real” que no te lo entrega la imagen, el trabajo intelectual o de autor. Entrega una dimensión sobre de qué se trata la realidad. Estos archivos que son secretos, están escritos en un lenguaje al que tú nunca tienes acceso, que es un lenguaje del poder burocrático que está planeando y que te lo está contando, que afecta a países y personas. Es una hiperrealidad que no te la da la narrativa, ni la ficción, ni el símbolo. El archivo te da el dato duro y crudo de la realidad, y eso tiene algo vertiginoso porque una vez que estás ahí alguien lo tiene que trabajar para que otros lo puedan seguir haciendo.

(Archivoz) ¿Alguna autoridad te ha increpado por tu trabajo?

(VJ) No, aunque creo que hay muchas maneras de presionar para que uno deje de hacer lo que está haciendo. El silencio, la exclusión, son maneras mucho más eficientes para demostrar poder real. Lo bueno del arte es que es una fisura, y aunque tú no quieras verlo, terminas viéndolo igual. Por ejemplo, la exposición del MALBA salió en todas partes del mundo excepto en El Mercurio. New York Times, Washington Post, El País y La Tercera, porque La Tercera no tiene a su dueño en la primera línea de la desclasificación.

Voluspa Jarpa (Rancagua, 1971) es una artista visual chilena perteneciente a la generación de artistas de los 90. Desde el año 1994 ha sostenido una extensa producción artística, participando en exposiciones colectivas e individuales, bienales y ferias de arte tanto en Chile como el extranjero. Desde 1998 su trabajo ha destacado por su fuerte contenido crítico que, a partir de archivos desclasificados,  cuestiona parte de la historia reciente de Latinoamérica.

 

Imagen de portada: Presidente de Chile (1970 – 1973) Salvador Allende en el brindis durante la Parada Militar realizada en el entonces Parque Cousiño. Cerca de el: Carlos Prats, Pedro Vuskovic, José Tohá, Raúl Silva Henríquez, César Ruiz Danyau (Fach), Raúl Montero Cornejo (Armada). Esta imagen proviene de la página del sitio de Historia Política de la Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, que se encuentra bajo licencia: Creative Commons Atribución 3.0 Chile.

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