Hoy entrevistamos a Susanna Muriel Ortiz, archivera especializada en Patrimonio Fotográfico. Nos habla sobre las peculiaridades de la conservación y gestión de la documentación fotográfica, además de explicarnos los proyectos que lleva a cabo para su difusión en Barcelona.

(Archivoz) Para empezar, me gustaría que nos hablaras brevemente de tu trayectoria profesional y de cómo has terminado especializándote en los archivos fotográficos.

(Susanna Muriel) Creo que nunca he cambiado mi orientación profesional. Mi primera etapa fue como Arqueóloga, cuando empecé a interesarme por el origen de las cosas, el contexto. La Fotografía se sumó a esta trayectoria en la que quería plasmar físicamente aquello que veía por primera vez en una excavación, la primera luz que recibían los hallazgos después de años bajo tierra. La Química que estudié durante unos años trabajando en un laboratorio científico técnico me proporcionó algunas nociones sobre los elementos que intervienen en el proceso fotográfico, su composición y sus reacciones. Y finalmente la Archivística ha sido como el ingrediente que faltaba en esta receta, la metodología y conceptualización que necesitaba para aplicar todo lo aprendido hasta entonces al estudio del Patrimonio Documental y más específicamente, a la Fotografía.

(Archivoz) ¿Qué peculiaridades presenta un archivo fotográfico en su gestión y/o conservación respecto a otro tipo de archivos?

(S.M.) Los archivos fotográficos contienen múltiples variables que se ponen en juego en el momento de su tratamiento archivístico. La identificación de la técnica o el procedimiento fotográfico, la apariencia, sus componentes físicos, los soportes, y por supuesto, el contenido de la imagen. Pero también es muy importante, su estado de conservación, y sobretodo, la observación de sus posibles deterioros, las cicatrices. Ello permite llegar a un nuevo nivel, el del uso de la imagen. Fotografías con chinchetas, recortadas, pintadas, escritas… cada una de esas acciones, nos estan hablando de una utilización de la fotografía, y por lo tanto de la vida social de las imágenes. Por eso, las peculiaridades de un archivo fotográfico solo pueden tratarse desde un punto de vista multidisciplinar, en el que podamos ampliar nuestra mirada, más allá de la catalogación de una imagen.

Susanna Muriel durante el trabajo de análisis de una imagen con una lupa microscopio. Fotografia Oscar Ciutat.

(Archivoz) Entre otras actividades que realizas como archivera independiente especializada en fotografía, impartes talleres y participas en proyectos para acercar los archivos fotográficos a diferentes tipos de públicos. Háblanos de los proyectos de formación y difusión de archivos fotográficos que llevas a cabo.

(S.M.) Las propuestas docentes que realizo desde hace más de quince años siempre han girado entorno a un mismo foco: la ciudadania. Mi vocación social me ha llevado a la creación de proyectos de formación en los que acerco la metodologia archivística a la sociedad. Empezando por el ámbito universitario, donde realicé diversos talleres y cursos de formación. Descubrí que muchos jóvenes no sabían las fotografías que guardaban en casa y cuya custodia estaba a cargo de la persona de mayor edad de la família, por aquello de que los abuelos son los custodios de la Memoria. Algunos jóvenes nacidos en la era digital, simplemente no tenían interés en esos materiales “prehistóricos”. En cambio, existen jóvenes artistas visuales que han desarrollado sus proyectos con los materiales de archivos fotográficos, un género, el del apropiacionismo que ofrece una nueva perspectiva al tratamiento del Archivo. Curiosamente en mis talleres siempre ha aparecido alguno de ellos, que antes de iniciar su obra han manifestado un interés por conocer cual sería el camino metodológico que seguiría aquel archivo por parte de un profesional. Muchos de ellos, han realizado un trabajo fantástico dotando al archivo de un nuevo desarrollo vital. En las entidades culturales y centros cívicos he podido conocer a un público interesado en participar activamente en la organización y descripción de sus propias fotografías. Ellos han sido la mejor escuela, ya que cada uno ha sabido trasmitirme la unicidad de su fondo, su especificidad. En este sentido hemos formado el mejor tándem de trabajo. En diversas instituciones archivísticas, existe aquella persona que de forma puntual y desinteresada colabora en el archivo en diversas fases del tratamiento archivístico. Estas personas, en los talleres aportan un punto de vista muy especial desde la práctica ciudadana.

(Archivoz) En los talleres se parte de una base conceptual básica y a partir de aquí, se empieza la práctica con sus propios fondos y colecciones fotográficas. De esta forma, se aprende desde la experiencia.

(S.M.) El bagaje que me ha aportado la docencia durante estos años me ha llevado a desarrollar propuestas, actualmente, más conceptuales sobre la mirada y las cicatrices en las fotografías. Una experiencia en la que se intercambian conocimientos para ampliar el horizonte interpretativo.

Relacionado con el mundo de la fotografía vernacular actualmente estoy dirigiendo un proyecto de memoria comunitaria en el barrio barcelonés de Sants, “El Álbum Familiar del Barrio”, en el que son las propias imágenes las que se escuchan en primera persona. Un proyecto inclusivo en el que cada año sumamos nuevos colectivos. En 2019 trabajamos los archivos familiares con las personas mayores en situación de soledad a traves del proyecto “Radars”. Y seguiremos sumando.

(Archivoz) ¿Cuales de estos proyectos han tenido mejor acogida?

(S.M.) Sin duda alguna, los talleres de iniciación a la Archivística Doméstica. Desde hace unos años estamos asistiendo a un cambio importante en el paradigma de la Archivística hacia una implicación activa del propio ciudadano en el tratamiento archivístico de sus fondos, hasta el momento en que se integren a las colecciones de instituciones archivísticas. Este taller surgió hace un tiempo, tras un largo periodo en un archivo público en el que estaba contratada para organizar y describir un fondo fotográfico. Entre las cajas había montones de placas de vidrio con retratos, carretes de negativos de 35mm con multitud de instantánias con personas somrientes en lugares familiares, sobres y sobres de laboratorios con copias positivas en las que dormía una historia. Aquella multitud de materiales fotográficos que se habían donado hacía unos años a aquella institución esperaban su turno para darse a conocer, para iniciar su difusión. Sin embargo no existían listados, anotaciones, registros, fechas, nombres, ninguna identificación, nada que ayudara a su identificación. Nada sobre lo que empezar la documentación de aquel fondo. Habían pasado muchos años desde aquella donación y todos los referentes y posibles contactos se habían perdido. Sin contexto, aquellas imágenes familiares acabarían siendo descritas como: “Retrato de un hombre, Retato de estudio de una joven”… sin que pudiéramos aportar más información. Aquellos retratos anónimos despertaron en mi la idea de cambiar esta dinámica. Así nació la propuesta docente de Archivística Doméstica en la que se traslada la medodología profesional de la Archivística a la esfera privada, en los archivos familiares. Se trata de un cambio o giro de órbita en el trato, en el que se potencia el papel activo de la ciudadania en la organización, descripción y conservación preventiva de sus propios fondos. De esta forma, las imágenes no sólo tienen incorporados unos nombres, lugares y fechas -que determinan su unicidad- sino mucha más información que las hace relevantes y que no puede ser revelada por nadie más que el Archivero Doméstico, aquel que forma parte de una cadena de custodia intergeneracional.

Una sesión en el trabajo de los archivos familiares de los participantes al taller “Archivística Doméstica” en La Lleialtat Santsenca, (Barcelona, 2019). Fotografia Ricard Martínez.

(Archivoz) Y personalmente, ¿cúal es el que a tí más te gusta?

(S.M.) Personalmente, desde hace unos años y en colaboración con el fotógrafo Ricard Martínez de Arqueología del Punt de Vista, realizamos una propuesta docente llamada “Del Recuerdo a la Mirada. Organiza y Refotografía tu Archivo Familiar”. Constituye un nuevo paso al incorporar al trabajo del archivero doméstico, la Refotografía: la búsqueda de los lugares registrados en las fotografías familiares. Esta metodología aporta una nueva dimensión a las imágenes. Si a esto le añadimos el componente emocional que traen incorporado las fotografías familiares, surge una extraordinaria propuesta docente.

(Archivoz) Por último, me gustaría que nos dieras tu opinión sobre el futuro de los archivos fotográficos. ¿Cuáles crees que son los nuevos retos a los que nos enfrentamos respecto a la conservación de las fotografías en sus múltiples tipos de soportes?

(S.M.) La fotografia fotoquímica del siglo XX debido -seguramente- a su materialidad permanecerá. Sin embargo, de cara al futuro, el principal problema de los archivos digitales es la saturación. En lo que respecta a la fotografía electrónica tenemos diagnosticado el Síndrome de Diógenes. Una acumulación por capas con cada nuevo retoque, sin orden, ni expurgo, que no hace más que aumentar con cada nuevo modelo de móvil, pues también cambió la herramienta habitual que nos permite captar cada uno de esos instantes que queremos destinar a ser recordados.

En la era de la postarchivística podemos transferir los procesos de trabajo a la sociedad en sus primeras fases, para agilizar la congestión que sufren actualmente los depósitos de los archivos, así como para construir una comunidad de trabajo participativo.

Imagen de portada: Imagen promocional del taller “Del Recuerdo a la Mirada. Organiza y Refotografia tu Archivo Familiar”. Refotografia familiar, realizada por Ricard Martínez. Anita Teruel en la Plaza Catalunya, fotografiada por quién seria su marido Gaspar Martínez, ca.1950.

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