Introducción
La difusión en el ámbito archivístico no es solo una herramienta fundamental de proyección ante la sociedad sino una función esencial de los archivos, que debe formar parte de la estrategia individual de cada centro. Existe una gran variedad de posibilidades en materia de difusión archivística dependiendo, en especial, del objetivo que se desee alcanzar o de la imagen que se quiera proyectar, así como del tipo de archivo, del público y de la naturaleza de la documentación, entre otros aspectos.
La difusión de los archivos a través de exposiciones es uno de los medios más eficaces para fortalecer la misión social y cultural de estos centros con el fin de dar a conocer el patrimonio histórico que custodian y vincularse con actividades culturales, lo que en muchas ocasiones les permite salir del anonimato. A grandes rasgos, las exposiciones posibilitan facilitar el acceso y el conocimiento de los fondos documentales custodiados en los archivos, pues se capta la atención del público mediante la creación de una actividad atractiva y amena que entra a formar parte de un circuito turístico y cultural al mismo tiempo que se desarrolla una actividad pedagógica que pone en contacto a la sociedad con los archivos y su patrimonio documental.
Se ha extendido la creencia de que las exposiciones solo son factibles si son organizadas por archivos de gran tamaño, sin embargo, existen diversas opciones para organizar acciones expositivas con variedad de proyectos y presupuestos, logrando ser acometidas tanto por archivos grandes como pequeños.
Las exposiciones se pueden clasificar fundamentalmente en tres niveles: según la tipología expositiva, pudiendo ser permanentes o temporales; según sus funciones generales o históricas; y según sus formas de presentación. El desarrollo de propuestas tipológicas de exposiciones permite obtener otras clasificaciones más específicas en base a diferentes criterios: naturaleza de lo expuesto, extensión de los contenidos, destinatario o público y diseño expositivo, entre otros.
Una de las formas más sencillas de construir una exposición en el ámbito archivístico reside en aprovechar la celebración o conmemoración histórica de un aniversario importante ya que dichos acontecimientos reciben mayor apoyo popular y obtienen mejor repercusión mediática. Este tipo de acciones expositivas suele nacer con un objetivo temporal debido a que las muestras permanentes plantean mayores requisitos para su organización y mantenimiento, siendo ejecutadas habitualmente por un gran archivo. No obstante, las nuevas tecnologías han abierto un mundo de posibilidades para construir diferentes espacios expositivos de infinidad de temáticas con los que alcanzar un mayor impacto. Esta tipología se conoce como exposiciones virtuales. Su modelo expositivo goza de numerosas ventajas, entre las que encontramos: poseer un coste económico más reducido, no requerir de un local para su instalación y no ser necesarias medidas de seguridad para proteger los documentos y objetos expuestos, pero lo que las convierte en una opción más que interesante es que llegan a un mayor público a la vez que perduran en el tiempo y en el espacio.
La realización de este tipo de acción de difusión puede suscitar algunas dudas y reticencias que deben dejarse de lado en pos de ventajas y beneficios. La experiencia nos dice que los archivos pueden encontrar un gran aliado en las exposiciones. Existen diferentes razones que demuestran la efectividad de las exposiciones como medio para la difusión de los archivos y potenciación de su función cultural. A través de las acciones expositivas se consigue sensibilizar a los ciudadanos ajenos a los archivos con el trabajo que se desarrolla en estos centros y el valor de los fondos que se custodian, lograr este mayor acercamiento se traduce en captación de nuevos usuarios. Por otro lado, se obtiene mayor proyección interna y externa, esta visibilidad revierte en un mayor reconocimiento y posicionamiento del archivo. El archivo demuestra su rentabilidad y transcendencia para la sociedad al ser visto como una unidad al servicio de los usuarios que garantiza la transparencia, custodia la memoria individual y colectiva y apoya a la toma de decisiones. Todos estos motivos vienen a revertir en la consecución de un vínculo archivo-sociedad fuerte, estable y dinámico, el fin último de todo archivo.
El archivo demuestra su rentabilidad y transcendencia para la sociedad al ser visto como una unidad al servicio de los usuarios que garantiza la transparencia, custodia la memoria individual y colectiva y apoya a la toma de decisiones. Clic para tuitear
El desarrollo de la función cultural del Archivo Histórico CECA a través de la exposición“Aprender a ahorrar”
El pasado nunca ha estado tan presente como ahora, tampoco antes se ha hablado tanto del futuro; es un signo de madurez, la sociedad actual necesita buscar y encontrar referentes, y proyectar determinados valores. Dentro de ese complejo entramado de tradiciones, creencias y símbolos, la memoria tiene un lugar protagonista. Tanto es así que podríamos decir que no existe imagen más desoladora que una memoria vacía, un archivo en silencio, donde el patrimonio documental no sea compartido con el público, intentando que sea socialmente visible, socialmente útil.
Los materiales documentales suscitan cada vez mayor interés. Aunque sin llegar a la consideración de otros bienes culturales como pueden ser las obras pictóricas y escultóricas expuestas en museos o centros de arte, los impresos, los manuscritos y, en general, los documentos de archivo han pasado de ser considerados materiales de estudio para una minoría selecta de investigadores a ser curiosidades atractivas para el público en general, testimonios reales de nuestra historia. De tal manera que en la actualidad es inimaginable el montaje de una exposición sin el apoyo de una buena selección bibliográfica y documental.
El patrimonio documental del Archivo Histórico CECA fue en 2018 la base para la configuración de la primera exposición virtual sobre el ahorro en España “Aprender a ahorrar: la enseñanza del ahorro, fuente de la educación financiera”. La muestra se organizó para conmemorar el 90º aniversario de CECA (1928-2018) con un doble objetivo: poner en valor su archivo histórico y promocionar las acciones de educación financiera del sector CECA. Por aquel entonces, el Archivo Histórico CECA, un archivo empresarial bancario de titularidad privada y de gran singularidad por los fondos documentales y bibliográficos que custodia, era un gran desconocido. Su carácter extraordinario reside en que representa con amplitud diversos aspectos del sector del ahorro a nivel nacional con pinceladas a escala europea y mundial, constituyendo una fuente de vital importancia para la investigación económica y social en España.
El desarrollo del proyecto expositivo “Aprender a ahorrar” se centralizó en el Archivo Histórico CECA. El personal del archivo como mediador entre el fondo documental y los usuarios, se transformó en un agente educativo y cultural con cierta perspectiva de marketing, seleccionando los documentos, preparando el discurso y la presentación, al mismo tiempo que investigaba para profundizar en la historia que daría forma al hilo conductor de la exposición. En definitiva, se recorrían los primeros pasos para asentar la función cultural del Archivo Histórico CECA, cuyo cimiento sería la actividad cultural y pedagógica que se perseguía a través de la exposición virtual.
El tema del discurso expositivo era fácilmente reconocible por el público en general ya que el ahorro es algo que forma parte de la vida diaria y en la actualidad se habla cada vez más de educación financiera como formación para una mejor gestión de las finanzas personales. La exposición se dirigió a un amplio abanico de público, no solo externo sino también interno a la propia organización. Los tres perfiles más destacados que se alcanzaron fueron: público joven del mundo educativo que ya participaba en programas de educación financiera en colegios, institutos y centros de formación profesional. Al ser un segmento de la población amplio con gran disponibilidad formativa y muy receptivo a nuevas experiencias se conseguía generar un vínculo archivo-escuela a través de la curiosidad suscitada por las fuentes primarias: los documentos; público asociado al mundo universitario y académico. La mayoría de los usuarios de los archivos proceden de universidades, bien sean estudiantes o docentes. En el caso de los estudiantes universitarios, su entrada en los archivos se caracteriza por un gran desconocimiento de los fondos documentales y en definitiva de las posibilidades que un archivo puede brindarles para la investigación. La exposición se convierte en un buen medio para mostrarles desde cómo está organizado el archivo hasta los diferentes fondos y tipologías documentales que lo componen, pasando por los servicios de orientación y asesoramiento para investigadores; y por último, no menos importante, se llegó a un público adulto, entre los 50 y 70 años, curioso y más interesado a nivel histórico, que reconocía los objetos expuestos: carteles, huchas, cómics, libretas de ahorro y películas publicitarias, entre otros, y se veía identificado con ellos.
A través de la profunda labor de investigación y la minuciosa selección que se realizaron sobre los materiales documentales, el archivo fue desgranando y descubriendo la historia que se narraría a través de la exposición, fue en definitiva mostrando el potencial que tendría su función cultural. Poco a poco se revelaron los documentos que no solo ilustrarían la exposición sino que darían forma al propio guion expositivo.
El guion de la exposición “Aprender a ahorrar” se orientó a entrelazar el pasado y el presente, plasmando un vínculo evolutivo entre la enseñanza del ahorro y la educación financiera para entretejer una historia amena y dinámica. Finalmente, la exposición permitió no solo reflejar dicha progresión desde el origen de la enseñanza del ahorro en los primeros años del siglo XX hasta los actuales programas e iniciativas de fomento de la educación financiera, sino que se logró al mismo tiempo realizar un homenaje al ahorro y concienciar de la importancia de las gestión de las finanzas personales para el bienestar. En definitiva, la exposición adquiría un doble carácter pedagógico.
La muestra recogió un centenar de documentos, seleccionados ente otros muchos, la gran mayoría de los cuales no había visto la luz en muchos años. La diversidad documental abarcaba desde carteles, láminas, anuncios en prensa, folletos y libretas que reflejaban el interés por promocionar y educar en la buena gestión de las finanzas domésticas; fotografías que mostraban a personalidades relevantes para los inicios de la historia del ahorro; materiales bibliográficos sobre la inclusión del ahorro en los programas de enseñanza de las escuelas y las virtudes del ahorro vinculado a la previsión social; la partitura del himno al ahorro junto a su documento sonoro; documentos audiovisuales que proyectaban una selección de imágenes escogidas de películas publicitarias relativas a los beneficios del ahorro; hasta cómics y una colección de huchas, entre otros muchos.
Los documentos iconográficos están muy presentes a lo largo de la exposición: folletos, carteles, libretas, anuncios en prensa y láminas, entre otros. Estos materiales documentales fueron seleccionados no solo por su carga histórica, sino también simbólica. Documentos con un gran carácter figurativo, cargado de simbolismo, que muestran representaciones de la vida cotidiana, pero también alegorías e imaginarios en los que el ahorro es el principal protagonista. El conjunto de ilustraciones y dibujos, en la mayoría de los casos a color y realizados por ilustradores conocidos, les conferían un elevado valor para conseguir embellecer la muestra y captar la atención del público. Es curioso pensar que fueron precisamente estos documentos, que en su origen nacieron como efímeros, los documentos principales e imprescindibles para crear la exposición.
El espacio expositivo se configuró en cuatro salas: El ahorro; La enseñanza del ahorro; La promoción del ahorro; y La educación financiera. Los materiales documentales fueron digitalizados así como identificados y descritos al mayor detalle huyendo deliberadamente de explicaciones muy teóricas, que sin una base de formación archivística o histórica rara vez se entienden. La muestra se proyectó para que fuera visitada en un orden determinado con un recorrido sencillo y lineal, creando y combinando los recursos para conducir la lectura de modo que se facilitara el seguimiento y garantizando experiencias similares a todos los públicos.
Incluso siendo una exposición virtual, fue posible construir el espacio interrelacionando el continente con el contenido con el fin de cautivar el interés y proporcionar un ambiente más sugestivo que envolviera al público en una experiencia. El espacio se enriqueció para fomentar la participación de los visitantes con audios de presentación a la entrada de cada una de las salas, vinilos con frases destacadas, cartelas con citas de personajes ilustres, vitrinas y pedestales realistas, imágenes en movimiento editadas a partir de documentos iconográficos y sala de proyecciones de películas, entre otros.
En definitiva, los fondos documentales del Archivo Histórico CECA pasaron del limitado espacio del depósito a un espacio virtual público: la exposición. “Aprender a ahorrar” se convirtió en un lugar para la educación, la historia, la cultura, incluso para el ocio y, lo más importante, brindando el acercamiento al público general. La exposición hizo visible lo invisible.
Conclusiones
La difusión representa una estrategia fundamental de proyección de los archivos. Los archivistas debemos transformar nuestra mentalidad y buscar nuevas oportunidades, haciendo frente a retos y compromisos. Los archivos son un producto de la sociedad que conservan, gestionan, difunden y hacen accesible sus fondos documentales. Su fin último es servir a los investigadores y a la sociedad, en general, conservando la memoria, haciendo accesibles sus fondos y garantizando la transparencia a la vez que ponen en valor su existencia y demuestran su rentabilidad, pero para conseguirlo es imprescindible escapar del hermetismo tradicional y salir del anonimato. Grandes desafíos para archivos de todos los tamaños y naturalezas, pero no objetivos imposibles de alcanzar.
Fuentes
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